13 Feb 2021
J febrero, 2021

El riesgo de las altas expectativas

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El riesgo de las altas expectativas

¿Has oído alguna vez el refrán que dice: “el que espera desespera”? Eso le sucede al cerebro cuando la incertidumbre está presente en nuestra vida.

En nuestro día a día damos por hecho que van a suceder muchas cosas. Esto supone que confiamos en que las cosas van a suceder como esperamos. Es un mecanismo inconsciente que nos ayuda a simplificar nuestra vida pero que en muchas ocasiones no sabemos movernos bien en entornos donde no está claro qué es lo que va a suceder.

También de manera involuntaria creamos expectativas ante muchas situaciones que no nos aportan la certeza suficiente de que van a suceder. La expectativa nos permite reducir la sensación de desestabilización.

El inconveniente de las expectativas es que si posteriormente la realidad no se ajusta a lo que nosotros habíamos deseado o esperado, puede generarnos gran frustración.

Podemos tener expectativas laborales, personales, económicas, incluso relacionadas con situaciones habituales como viajar, ver películas, ir a comer etc.

Podemos poner el listón demasiado alto y focalizar el beneficio propio en algo demasiado bueno. Por ejemplo, el país o la playa que te recomendaron, no son tan impresionantes como pensaste, o si pensabas que tu familia y amigos iban a prepararte una fiesta sorpresa al cumplir los 40 años y no lo hicieron, e incluso a nivel de pareja o hijos.. la decepción puede ser aún mayor.

Para evitar que las expectativas no cumplidas no nos frustren y nos hagan tanto daño debemos modificar dos conductas: en primer lugar necesitamos confiar pero sin expectativas concretas.

El concepto confiar es una perspectiva más abierta e inspiradora y la palabra expectativa es algo muy específico y concreto lo que genera frustración ya que no depende de nosotros.

Y en segundo lugar debemos sustituir el listón que marcamos para cada expectativa por un agradecimiento.

Aquello que no ha sido tan positivo, hay que convertirlo en positivo. Por ejemplo, pensar que el país al que viajamos ya conocemos su cultura y patrimonio, que aunque no tuviéramos fiesta de cumpleaños he cumplido 40 y sigo teniendo a mis amigos, o que mis hijos siguen creciendo y aprendiendo para ser mejores.

Es mejor dar las gracias por las experiencias vividas que esperar algo de aquello que no depende de nosotros. Vivir sin tantas expectativas hace que todo sea más fácil. No estaremos condicionados a un pensamiento previo y tendremos la mente más abierta y receptiva a las cosas que sucedan, de esta forma seremos más felices.

El riesgo de las altas expectativas

Hoy en día vivimos una situación inédita para todos, la pandemia. Las expectativas son muy altas y llegar al fin de la pandemia es el objetivo que todos deseamos. En esta situación pero es más aconsejable tener la esperanza y confianza de que esto llegará a su fin, porque lo hará, que marcar una fecha concreta. Todos vamos a ser vacunados, pero es mejor no obsesionarse con una fecha ni depositar nuestra felicidad en ese momento. Solo hay que esperar a que las cosas vayan sucediendo con el ritmo que tenga que ser.

Fuente: El País Semanal. Pilar Jericó